Biografía

Arturo Robledo Ocampo: un creador del espacio habitable

Arturo Robledo Ocampo (1930–2007) fue uno de los grandes arquitectos de la Bogotá moderna. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, dejó una huella profunda en parques, conjuntos de vivienda y proyectos urbanos. Aunque muchos ciudadanos han disfrutado de su legado al recorrer el Parque Simón Bolívar o al pasar frente al conjunto residencial Calle del Sol en La Candelaria, tal vez no tantos conocen su nombre.

Una formación en tiempos de cambio

Nacido en Manizales en 1930, desde niño se trasladó con su familia a Bogotá, ciudad donde creció y ejerció su profesión. Estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia entre 1947 y 1951, en medio de los profundos cambios que vivía la capital tras el Bogotazo de 1948 y las grandes migraciones del campo a la ciudad.

Fue parte de una generación de arquitectos, junto a colegas como Rogelio Salmona, Fernando Martínez, y Guillermo Bermúdez, que buscó dar forma a una ciudad en expansión, con urgentes necesidades de vivienda, espacio público y equipamientos colectivos. Desde sus inicios, Robledo combinó el rigor del Movimiento Moderno con un compromiso social que marcaría toda su obra.

Espacios públicos visionarios

Una de sus obras más representativas es el Parque Metropolitano Simón Bolívar. Entre 1980 y 1982 elaboró su plan maestro, convirtiendo antiguos terrenos vacíos en un gran pulmón verde y punto de encuentro para toda la ciudad.

Su propuesta no tuvo apoyo inmediato: muchos dudaban de la necesidad de un parque de tal escala frente a otras prioridades nacionales. Robledo, sin embargo, defendió la idea como un proyecto esencial para el desarrollo del país ante el Congreso y el Presidente de la República. Su visión triunfó y hoy el Parque Simón Bolívar es el escenario de recreación y cultura más importante de Bogotá, sede de grandes conciertos y eventos comunitarios.

No obstante, dados los múltiples intereses en juego y los cambios de administración, la construcción del Parque Simón Bolívar nunca llegó a reflejar la totalidad de la visión de Robledo, lo que fue para él una gran frustración.

Vivienda con dignidad

El segundo gran frente de su obra fue la vivienda multifamiliar. Proyectos tempranos como el Barrio El Polo Club (1957-1958) y Apartamentos de la Calle 26 (1962), sentaron las pautas para la urbanización de Bogotá en la segunda mitad del siglo XX.

En su madurez, lideró en asociación con otros arquitectos proyectos emblemáticos como Nueva Santa Fe (1983–1987) y Calle del Sol (1987–1992). Ambos devolvieron la vida residencial al centro histórico, demostrando que la densidad podía ir de la mano con la calidad de vida: plazas, jardines y espacios compartidos en lugar de hacinamiento.

Como testamento de la calidad de su obra en vivienda, los residentes de la Calle 26 celebraron los 25 años del conjunto con un homenaje al arquitecto, y en la recepción de Calle del Sol aún se conserva la maqueta original con su nombre, un gesto poco común en edificios residenciales. Más allá de anécdotas mediáticas sobre los “fantasmas” en la Calle del Sol, lo esencial es la alta calidad de vida que disfrutan sus habitantes en pleno corazón de La Candelaria.

Docencia y ética profesional

Robledo también dejó una huella duradera en la academia y el gremio. Fue profesor de la Universidad Nacional durante más de tres décadas (1952–1986), y allí asumió cargos como decano de Arquitectura (1960–1965), decano de Artes (1978–1980), vicerrector (1966) y rector encargado (1980). La Nacional lo distinguió como Profesor Emérito (1983) y Profesor Honorario (1991).

En el ámbito gremial, fue presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos (1967) y cofundador de la Asociación de Arquitectos Egresados de la Nacional, que también presidió en 1961 y 1974. Desde estos espacios promovió la ética y la responsabilidad social de la arquitectura en Colombia.

Una filosofía sobria y humana

Más que monumentos espectaculares, Robledo buscó soluciones sobrias, funcionales y cercanas, adaptadas al clima y a los materiales locales. Su obra se distingue por las formas geométricas simples y la prioridad de la vida colectiva sobre el lucimiento individual.


¿Por qué es menos conocido que sus contemporáneos? Robledo, que no era dado a autopromocionarse, centró su trabajo en espacio público, conjuntos de vivienda y barrios completos, más que en monumentos visibles. Su huella está en la vida diaria de Bogotá, aunque algunos de sus proyectos más representativos, como el Parque Simón Bolívar o el conjunto Calle del Sol, se hayan convertido en íconos de una ciudad que hoy se proyecta como metrópoli internacional.

Una lección para el presente

Arturo Robledo concebía su rol dentro de los múltiples oficios de la  arquitectura como el de form-giver, o creador o inventor de formas. Como muchos de los arquitectos-creadores más célebres, nunca pensó en jubilarse. Ejerció la arquitectura desde 1950, antes de graduarse como arquitecto, hasta su muerte en 2007, a la edad de 76 años.

Recordarlo es reconocer que las ciudades no se construyen solo con monumentos, sino con espacios donde la vida diaria puede florecer. Su legado nos recuerda que el diseño urbano debe estar al servicio de la gente: ofrecer lugares para vivir, encontrarse y convivir. En un momento en que Bogotá y otras ciudades de Colombia siguen enfrentando retos de vivienda, espacio público e inclusión, su ejemplo es más actual que nunca.

Es obligación del arquitecto una aproximación humilde a las reales necesidades y capacidades del cliente, sean de orden material, económico, cultural, espiritual, de dignidad y ofrecerle la mayor calidad posible en la escala que se trabaje.
— Arturo Robledo, 2005.